miércoles, 11 de octubre de 2017

¿Qué es la justicia social y cuál es el valor de esta construcción teórica para América Latina según Juan Carlos Tedesco?

Un trabajo para sociología que tenía como objetivo analizar una conferencia del Dr Juan Carlos Tedesco sobre Justicia Social, que me da pie para compartir esta conferencia tan interesante con los lectores del blog. Además comparto otro video un poco más antiguo y corto, pero igualmente interesante que complementa un poco y redondea el pensamiento de Tedesco.

Video : Conferencia Magistral Dr Juan Carlos Tedesco EDUCACIÓN Y JUSTICIA SOCIAL EN AMÉRICA LATINA Y PERSPE


Video : TEDxRíodelaPlata-TEDxChange - Juan Carlos Tedesco - Educación para una sociedad más justa


Según el educador y pedagogo argentino Juan Carlos Tedesco, la Justicia Social es la finalidad que debe tener la educación.
Para definir la justicia social y abordarla desde la educación, debemos tener en claro una pregunta importante: ¿Para qué educamos? ¿Cuál es el sentido que le damos a la educación? Una pregunta importante para nuestros tiempos, en un paradigma donde el futuro parece incierto y el pasado obsoleto, donde carecemos del sentido, del “para qué”.
A partir de fines del siglo XIX e inicios siglo XX el sentido de la educación es básicamente promover la adhesión a la nación por encima de las particularidades de las diversas etnias, lenguas o religiones distintas que compartían el territorio. Este objetivo bien marcado fue el pilar de la escuela pública, obligatoria y laica que caracterizó a esta época.
Este modelo tuvo un éxito precario, ya que la inclusión a la nación no lograba trasladarse en los otros niveles de la vida de los nuevos ciudadanos. La universidad formaba a la clase política o a la elite que gobernaban la nación. Existía una fuerte hegemonía y dominación de un sector por encima del otro y se da la eliminación de la diversidad cultural que caracterizaba nuestros países.
Esta educación que proponía la nación por encima del individuo, desemboca en las dos guerras mundiales marcadas por el exceso de nacionalismo, por lo que una vez agotado el modelo, se busca un paradigma diferente; a partir de la mitad del siglo XX el sentido de la educación pasa a girar en la esfera económica, en la formación de recursos humanos para el desarrollo económico y social. La educación pasa de ser un gasto a ser pensada como una inversión.
La dinámica económica de Latinoamérica hace que este paradigma también fracase estrepitosamente, ya que entre el discurso y las desigualdades, la falta de trabajo, los salarios bajos, etc. existe un trecho abismal entre la planificación que se pretendía y la realidad.
En los años ’90 aparece el déficit de sentido, marcado por la idea de mercado en el nuevo capitalismo neoliberal y privatizador, desaparecen los proyectos colectivos y se crea una sociedad mucho más individualista y competitiva.
En educación se debaten procedimientos y esas discusiones diluían la finalidad misma de la educación.
Actualmente, cada vez más se va entendiendo que la verdadera finalidad de la educación debe ser la justicia social, desde la educación se debe afrontar este enorme desafío de construir sociedades más justas.
El capitalismo de nuestros tiempos genera enormes niveles de desigualdad y de exclusión, diferentes a los del pasado, pero mucho más injustos.
El desafío del presente político y ético tiene que ver con la adhesión a la justicia, lo cual es sumamente difícil debido a la paradoja que existe entre el querer y el hacer. Todos condenamos la injusticia en general, pero adherimos a los mecanismos que la provocan. Retóricamente queremos sociedades más justas, pero no hacemos nada por ello.
Hoy la educación es necesaria y fundamental para combatir la injusticia social, el querer hacerlo no es condición natural del ser humano, por lo que debemos impulsarla si lo que queremos es una sociedad más justa.
Anteriormente la relación trabajo/estudio era diferente; habiendo completado la escuela primaria, el individuo podía acceder con cierta facilidad al mundo laboral; hoy en día hay una mayor dificultad de requisitos a cumplir para lograr obtener cualquier tipo de trabajo, e incluso la acreditación de altos niveles de estudios no son garantía de lograr acceder a ciertas esferas laborales.
Si buscamos una sociedad con prosperidad para todos, la educación debe lograr que cada uno decida o elija si quiere ser plomero, chofer de taxi, ingeniero o abogado. Y una sociedad más justa y más igualitaria es aquella que ha logrado que todos estén en condiciones de elegir qué lugar quieren ocupar.
Además del cambio en la relación trabajo/estudio, los cambios vertiginosos que se dan a nivel científico y digital, suponen un desafío adicional al sistema educativo.
La escuela (entendida como todo el sistema educativo) debe enseñar el oficio de aprender, el aprender a aprender. Los contenidos varían y se modifican continuamente, por lo que lo aprendido ya no sirve por muchos años y el individuo debe estar educándose durante toda la vida.
Así mismo, como la invención de la imprenta cambió sustantivamente la vida de las personas de la época, haciendo que el aprendizaje surgiera como necesario y como un derecho, la revolución digital exige también una respuesta semejante que debemos afrontar.
Pero a los nuevos desafíos, en Latinoamérica particularmente se superponen desafíos que ya deberíamos haber superado y aún no logramos hacerlo, como la universalización en la escolaridad, la tasa de analfabetismo o los mediocres resultados en áreas de conocimiento importantes como lengua y matemática, que además esconden cifras de una enorme desigualdad entre los alumnos de mayor nivel socio-económico que logran mayores resultados positivos, en contraste con los alumnos de menores recursos que no logran obtener puntajes suficientes. Esto sumado a las altas tasas de interrupción de trayectoria que se generan mayoritariamente en los sectores más pobres de la sociedad, dejan en evidencia que el sistema educativo continúa siendo un sistema de reproducción de la pobreza.
“La desigualdad es una de las lacras más importantes que tenemos desde el punto de vista educativo en nuestra sociedad.” Señala Juan Carlos Tedesco en una conferencia.
Aquellos individuos con menos de secundaria terminada, aumentan notoriamente sus posibilidades de quedar rezagados en la sociedad. Y así es como se reproduce la pobreza en lo que parece ser un círculo vicioso del que los países latinoamericanos no pueden o no quieren salir.
La pobreza es un fenómeno social que tiende a reproducirse, es sistémico y complejo y por ello exige estrategias sistémicas. La educación sola no puede arreglar este problema, pero no podemos pensar en una solución compleja que no sea abarcada también desde la educación.
Este fenómeno comienza en un entorno pobre, pero se reproduce y se acentúa en una escuela pobre (pobre de tiempos comparada con escuelas privadas de tiempo completo, pobre de materiales, pobre de profesionales, con gran rotación de personal que no quiere trabajar en esas escuelas) que produce resultados pobres, para individuos que finalmente obtienen empleos pobres con salarios bajos.
Este círculo crónico se puede romper con educación de calidad a niños y niñas que vengan de familias pobres.
Pero para ello se necesita un proyecto de sociedad acorde con políticas educativas a largo plazo que se enfoquen en los nuevos desafíos de la educación de calidad para todos en el marco del siglo XXI (alfabetización científica, alfabetización digital, trabajar en los primeros años de vida del individuo, etc.) y sobre todo con docentes comprometidos con los resultados y a los cuales no les sea indiferente si un alumno aprende o no aprende.
Particularmente en los tiempos que corren debemos poner especial énfasis en la alfabetización científica y alfabetización digital. La primera, sobre todo para lograr una sociedad consciente de los problemas medioambientales a los que se enfrenta y la elaboración de posibles soluciones. La segunda, como herramienta para discernir y categorizar la información y desinformación (o infoxicación) a la cual estamos sometidos. En la era de las redes sociales, en la cual navegamos en medios privados con intereses propios, que manipulan la información a su conveniencia, según algoritmos complejos que muestran a cada usuario la realidad que les conviene (dejando de lado Latinoamérica, podemos tomar el claro ejemplo de cómo las elecciones Norteamericanas tuvieron un manejo sumamente turbio que se tejió en las redes sociales) debemos ser capaces de generar una mirada crítica en los alumnos para que sean realmente los protagonistas de sus elecciones y no meros espectadores en un juego manejado por unos pocos.
La educación trabaja a futuro, por lo que necesariamente debemos sentar hoy las bases de lo que creemos será una sociedad más justa mañana.

justicia social

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