¿Por qué una mayor diversa variedad de recursos y estrategias en la enseñanza puede generar un mayor desarrollo del pensamiento creativo?
La hoja en blanco para el artista, la creación de un nuevo plato para un chef o la resolución de una jugada de fútbol para el deportista… O en un plano más cotidiano: el cuaderno en blanco al escribir una carta, la planificación de la cena en casa o saber cómo ver la final de la Champions League en Internet…
Ese bloqueo, al que el neurobiólogo argentino Estanislao Bachrach define en su libro “Ágilmente” como impasse, y se da desde que nos enfrentamos a un problema u obstáculo determinado, hasta su resolución, requiere sin dudas del pensamiento creativo. De aplicar los conocimientos que tenemos para resolver una determinada dificultad.
Como individuos que somos, todos creamos nuestra propia vida mediante las actitudes que adoptamos, las decisiones que tomamos y los talentos que podemos descubrir y cultivar.
Desarrollar la capacidad creativa de los niños es fundamental para lograr, no solo potenciar la autonomía de cada persona, sino también encontrar esos talentos, destrezas y preferencias que pueden llegar a convertirse en lo que el escritor y educador inglés, Sir Ken Robinson, denomina “El elemento”; es decir, el hacer algo que nos motiva y nos apasiona.
Los niños nacen siendo creativos, pero el entorno, la sociedad y la escuela muchas veces no alimentan esa creatividad y, con el tiempo, esa cualidad suele perderse para la gran mayoría de las personas.
Si pensamos nuestro quéhacer educativo como la posibilidad de potenciar el desarrollo del individuo en su máxima expresión, junto al pensamiento crítico tan importante para la sociedad democrática en que vivimos, en la otra cara de la moneda se encuentra el pensamiento creativo, que cada vez será más importante, en gran parte debido a los avances tecnológicos y científicos que a futuro terminarán por cambiar incluso el mundo laboral, creando nuevas profesiones que aún no podemos siquiera imaginar. Ante este futuro tan incierto, la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios es un mecanismo que requiere ciertamente del pensamiento creativo.
Una educación rica en experiencias se puede comparar de alguna manera con una caja de herramientas completa. Quizás algunas de esas herramientas no se necesitarán jamás en la vida, pero a la hora de construir algo nuevo, a la hora de inventar algo, o a la hora de resolver una determinada situación, por pequeña o simple que sea, contar con las herramientas necesarias y el conocimiento de cómo aplicarlas es lo más valioso que podemos dejarle a los niños como docentes.
¿Qué es la creatividad?
El concepto de creatividad puede tener tantos significados como ámbitos de actuación humana a lo que se atribuya cualquier cualidad creativa. Se trata de un concepto difícil de delimitar; tal es así que muchos afirman que no puede definirse la creatividad.
Según la RAE, la creatividad es la facultad de crear (del latín creare); es decir de producir algo de la nada. Pero esta definición no explica si se trata de una característica intelectual, de un don, o si todos podemos ser creativos.
Para Ken Robinson, la creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas y ponerlas en práctica. El autor de “Escuelas creativas” explica que es el proceso de tener ideas originales que son de utilidad y está íntimamente relacionada con conceptos como imaginación e innovación: para Robinson, la creatividad es poner a trabajar la imaginación; es imaginación aplicada. La innovación consiste en llevar a la práctica nuevas ideas.
Generalmente se asocia el ser creativo con el arte, o en el mejor de los casos, con grandes genios de la ciencia que han tenido ideas revolucionarias, pero ya Vigotsky afirmaba que la creatividad no solo existe en la creación de grandes obras históricas, sino también dondequiera que el hombre imagine, combine, transforme y cree algo nuevo, por pequeño que sea en comparación con la obra de grandes artistas o inventores.
La creatividad se nutre de muchas capacidades que todos poseemos por el simple hecho de ser humanos y se manifiesta en todas las facetas de la vida. Al igual que otras capacidades humanas, el talento creativo puede perfeccionarse y cultivarse.
Una persona puede ser original e imaginativa en determinada área y no serlo en ninguna otra.
El psicólogo y profesor estadounidense Howard Gardner afirma que “Una persona no es creativa en general; no se puede decir que una persona sea <<creativa>>. Debemos decir que es creativa en X cosa, ya sea en escribir, enseñar o dirigir una organización. La gente es creativa en algo.”
La evolución hacia una pedagogía para la creatividad
Según Robinson, existen varios mitos con respecto a la creatividad, como que se limita al ámbito de las artes, que no puede enseñarse, que solo es posible dejando al individuo expresarse con libertad o que la creatividad se da solo en personas especiales.
De hecho, siglos atrás se pensaba que la creatividad era un don reservado solo para algunos afortunados; sin embargo, a partir de mediados del siglo XX comenzó a ponerse énfasis en una pedagogía que abogara por la creatividad.
Algunos de los precursores de este tipo de pedagogía fueron nada menos que Rousseau, Pestalozzi, Froebel, Montessori y Dewey, entre otros.
También cabe destacar a Vigotsky que ya a comienzos del siglo XX hablaba de la importancia pedagógica de ampliar la experiencia del niño para crear bases suficientemente sólidas y favorecer así su actividad creadora.
Según el psicólogo ruso, mientras el niño más haya visto, escuchado y vivido; mientras más conozca, asimile y mayor cantidad de elementos de la realidad tenga en su experiencia, más importante y productiva, será la actividad de su imaginación.
A partir de los años ’80, con la aparición de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, se comenzó a investigar más sobre la capacidad creativa del ser humano y, por ende, a llevar ese concepto al ámbito de la educación, dándole cada vez más importancia al pensamiento creativo.
Según la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, la mente se estructura en siete inteligencias (posteriormente se añadieron dos tipos de inteligencias más):
- La inteligencia lingüística o verbal.
- La inteligencia lógico-matemática.
- La inteligencia visual-espacial.
- La inteligencia musical.
- La inteligencia corporal-cinestésica.
- La inteligencia interpersonal.
- La inteligencia intrapersonal.
- La inteligencia naturalista.
- La inteligencia existencial.
Frente al sistema escolar tradicional que usa el pensamiento lógico-matemático y el lingüístico-verbal de modo casi exclusivo, el modelo de las inteligencias múltiples amplía el abanico de posibilidades para que el sujeto se desarrolle en todos los ámbitos de la vida.
Currículo tradicional vs Creatividad
Ken Robinson afirma que la educación se sustenta en la noción de capacidad académica, que se refiere al trabajo intelectual, fundamentalmente teórico y especulativo en vez de práctico o aplicado. Este conocimiento proposicional se describe como <<saber que>> y se diferencia del conocimiento procedimental que se describe con la expresión <<saber cómo>>.
La creatividad no se trata de un proceso lineal y no va en contra de la disciplina y el control, por el contrario, esta habilidad precisa de sólidos conocimientos objetivos y un alto grado de dominio práctico, pero si bien el conocimiento procedimental es de importancia vital en todos los campos prácticos, la escuela no puede centrarse solo en la teoría.
La consecuencia es que las prácticas educativas no reflejan la gran diversidad de talentos que poseen los alumnos que forman parte de este mundo y, al no adaptarse a estos modelos educativos, muchos alumnos creen que ellos son el problema, que no son inteligentes o que tienen dificultades de aprendizaje, cuando en muchas ocasiones, la dificultad está en la metodología que se les impone.
Frente a esta concepción acumulativa y reproductiva de la educación más tradicional, el pensamiento constructivista promueve la creatividad y la iniciativa personal y colectiva, como modos de aprendizaje y transformación en la sociedad del conocimiento.
Según Gardner, la creatividad es un fenómeno multidisciplinario y polisémico, ya que invita a explorar en varias disciplinas, y el individuo creativo no sólo trabaja en los sistemas simbólicos habituales, sino que revisa e incluso inventa otros nuevos.
Para Ken Robinson, la mejor forma de estimular la motivación y las expectativas de los alumnos, que son factores clave para aumentar el rendimiento escolar, es tener un plan de estudios amplio y equilibrado, basado en competencias más que en contenidos.
El problema como solución del pensamiento creativo
Los problemas forman parte de lo cotidiano. La educación ha tomado desde hace un tiempo la tarea de aprender a enfrentarse a ellos y solucionarlos.
Un problema se puede definir como un desequilibrio entre la realidad y lo deseado.
La mayoría de las estrategias de resolución de problemas tienen que ver con el campo matemático y tienden a la convergencia, es decir, hacia una solución única que el profesor conoce y a la cual el alumno debe llegar por un camino o procedimiento definido.
El aprendizaje creativo se fundamenta en el desarrollo y la aplicación de nuevas metodologías necesarias para la solución de problemas, la transversalidad y la búsqueda de propuestas reales, mediante múltiples soluciones, que permitan que las personas desarrollen posibles estrategias diferentes, estimulando así un pensamiento divergente y creativo, y no sólo analítico.
Los asesinos de la creatividad
Como se explicó anteriormente, el currículo tradicional, un pensamiento enfocado en lo lógico-matemático o lo lingüístico-verbal y problemas pensados para que todos lleguen a una única solución, son algunos de los obstáculos que hacen a una pedagogía para la creatividad, sin embargo, caben destacar también, a modo de visión panorámica y global, los que la profesora estadounidense Teresa M. Amabile define como los principales "Asesinos de la creatividad"; estos son:
• La vigilancia
• La evaluación
• Las recompensas
• La competencia
• El exceso de control
• La restricción de las elecciones
• La presión
• El tiempo limitado
En una educación normalizadora, muchos de estos elementos están presentes todo el tiempo y no solo no ayudan a desarrollar un pensamiento crítico y creativo, sino que directamente atentan contra la creatividad en las escuelas.
Conectando las TICs con la creatividad
Ken Robinson sostiene que nos encontramos en una situación inmejorable para utilizar nuestros recursos creativos y tecnológicos con el fin de cambiar la educación. Tenemos infinitas oportunidades para captar la imaginación de los jóvenes y brindarles métodos de enseñanza y de aprendizaje con un alto grado de personalización.
Hay un gran consenso en que el uso de las TICs facilita el aprendizaje creativo; si bien las investigaciones no derivan conclusiones determinantes aún, basta con ver el entusiasmo con el que trabajan los niños en el aula con las tablets y todo lo que pueden llegar a hacer, para darnos cuenta del potencial que tiene la tecnología bien utilizada para un aprendizaje creativo.
Según Gardner las posibilidades creativas se incrementan si las personas están motivadas y realizan las actividades por el mero placer de hacerlas. El motor de la creatividad es el afán del descubrimiento y la pasión por el trabajo en sí, y las TICs posibilitan poner en juego estos dos ítems.
Además de una cantidad prácticamente infinita de información, existen recursos que promueven la creatividad de los niños: pensemos en la posibilidad de realizar audiovisuales, podcasts, blogs, infografías, etc… Es decir crear un producto a partir de los contenidos trabajados en clase, mientras exploran sus habilidades y trabajan de manera cooperativa.
La enseñanza situada
La pedagoga Angélica Sátiro sostiene que no se puede enseñar a los niños a ser creativos, ya que todos tenemos la capacidad de serlo, pero como docentes, tenemos la responsabilidad de favorecer el desarrollo de esta capacidad, brindando las condiciones necesarias para ello.
En este sentido, una de las claves para lograr una enseñanza que genere estas posibilidades, se encuentra bien explicada en el libro de la licenciada mexicana Frida Díaz Barriga “Enseñanza Situada: Vínculo entre la escuela y la vida”, donde detalla algunas estrategias cuyos enfoques constructivistas abogan por una educación que permite a los estudiantes participar de manera activa y reflexiva en su propia cultura.
Es importante aclarar que al hablar de educación situada, no se reduce a lo concreto y particular, sino que son situaciones que parten desde lo cotidiano, pero que se pueden generalizar y ampliar, estas situaciones de aprendizaje permiten transferir lo aprendido.
Las modalidades de trabajo en enseñanza situada se contraponen a la enseñanza tradicional que confina al alumno a trabajar en su pupitre, y propone la colaboración entre alumnos por sobre el individualismo egoísta y la competencia destructiva entre compañeros.
Al vincular la escuela con la vida real, los educandos se encuentran en situaciones mucho más similares a lo que sucede en el mundo fuera del aula, se desarrollan las competencias y habilidades y, como consecuencia, se produce un aprendizaje significativo, ya que las personas no suelen recordar situaciones escolares formales más tradicionales; estos enfoques promueven la relación pensamiento-acción.
En la enseñanza situada, el docente diseña las situaciones problema, propone en conjunto con los alumnos proyectos o guía en el servicio a la comunidad. Esto requiere de un gran dominio multidisciplinar por parte del docente y una mayor planificación, pero como resultado, logramos que los educandos trabajen de manera más autónoma y cooperativa, poniendo en juego sus múltiples inteligencias en pos de un fin en común, utilizando de manera particular el pensamiento creativo.
Educar en la creatividad
Incorporar la creatividad como elemento clave del proceso enseñanza- aprendizaje es absolutamente necesario en un mundo cada vez más complejo y en constante cambio, con situaciones y problemas nuevos que requieren soluciones innovadoras e individuos creativos.
Para Verónica M. Castillo, educar en la creatividad permite a los docentes tener una actitud flexible y transformadora para replantearse la escuela del futuro teniendo en cuenta la integración, solidaridad, respeto, diversidad, desarrollo, apertura y solidez con respecto a las necesidades de todos los alumnos.
Educar en la creatividad significa:
- Estimular la curiosidad y la investigación.
- Favorecer la búsqueda de soluciones novedosas y originales a diversos problemas.
- Desarrollar una alta capacidad de tolerancia y adaptación a los cambios, imprevistos o dificultades.
- Fomentar el pensamiento flexible, no dogmático o rígido.
- Favorecer la iniciativa, autonomía y cooperación en el proceso de aprendizaje.
- Favorecer el desarrollo de la inteligencia emocional.
- Incentivar la fluidez de ideas y la originalidad del pensamiento, sin censuras o autocensuras.
- Favorecer la aceptación incondicional, en el acierto y en el error.
- Desarrollar la tolerancia a la frustración.
- Enseñar a pensar de forma racional en los errores y equivocaciones. Eliminar el miedo al ridículo, “educar mi miedo”, remitiendo a las palabras de Paulo Freire.
- Favorecer la motivación para superar obstáculos y dificultades.
- Confiar y reconocer las capacidades potenciales del alumnado.
- Facilitar las oportunidades para que los educandos se hagan responsable de su propio aprendizaje.
- Animar a los educandos a validar, confirmar o cuestionar los conocimientos trasmitidos por los docentes.
- Potenciar la habilidad para contextualizar los conocimientos y relacionar diferentes saberes.
- Proporcionar recursos, herramientas y espacios para la creación e innovación.
Según la sabiduría popular, “en la variedad está el placer”. Para el inventor y empresario Steve Jobs, “la creatividad consiste simplemente en conectar cosas”. Con estas dos frases introduzco lo que en lo personal me parece el meollo del asunto: cuantas más estrategias diferentes se utilicen en la escuela y cuantos más recursos diversos se empleen en la enseñanza, mayor será el desarrollo de un pensamiento creativo.
Vigotsky afirma que la actividad de la imaginación depende de la experiencia, las necesidades de los individuos, sus intereses personales y el contexto en el cual se desarrolla; esta actividad también depende fuertemente de la capacidad combinadora de cada persona.
Siguiendo esta línea de pensamiento, el neurocientífico David Eagleman realizó un documental muy interesante titulado “The Creative Brain” (El cerebro creativo), en el cual muestra diferentes casos de personas altamente creativas en diferentes áreas y disciplinas e intenta comprender cómo funciona su creatividad.
Eagleman habla de inputs y outputs, es decir, entradas y salidas de información. Una entrada puede ser una experiencia, un recuerdo, una emoción, un concepto, un dato que guardamos en la mente. Todas estas entradas se conectan en nuestro cerebro y de esas conexiones posibles nacen nuevas ideas. Esas innumerables posibles conexiones que suceden a nivel neuronal, son la base de nuestra creatividad.
Si contamos con una mayor cantidad de inputs, tendremos más posibilidades de combinarlas a la hora de imaginar nuevas soluciones, ya sea de manera consciente o subconsciente. De ahí la importancia de brindar una enseñanza equilibrada entre las diversas disciplinas, que estimule la creatividad mediante recursos variados y experiencias enriquecedoras, con diferentes enfoques y estrategias, que realmente tengan en cuenta las inteligencias múltiples con las que contamos en clase.
Para Vigotsky, la acumulación de experiencia es el comienzo de toda imaginación; mientras más rica sea la experiencia, más rica debe ser, en iguales condiciones, la imaginación. Según él, ninguna invención o descubrimiento científico aparece antes de que se creen las condiciones materiales y psicológicas necesarias para su surgimiento; la creación es un proceso articulado históricamente, donde toda forma siguiente está determinada por las precedentes.
En palabras de Mihaly Csikszentmihalyi, la creatividad no se produce dentro de la cabeza de las personas, sino en la interacción entre los pensamientos de una persona y un contexto sociocultural, lo cual explica también la distribución desproporcional de los innovadores y creadores en las diferentes clases sociales que señalaba Vigotsky en los años ‘20.
En ese sentido, la educación debe ser democrática y generar posibilidades en todos los educandos, y el desafío de los docentes es generar las condiciones óptimas para desarrollar al máximo no solo el pensamiento crítico de los niños, sino también el pensamiento creativo, a fin que todos los niños del presente se encuentren preparados para afrontar los problemas del futuro.
A lo largo de este ensayo logramos ver algunas de las estrategias y recursos más importantes que según expertos fomentan un pensamiento creativo: utilizar las TICs, generar proyectos, problematizar, interrogar, inferir, experimentar, manipular, jugar con ideas o con materiales, etc.
A la hora de trabajar la creatividad en la escuela tenemos cientos de posibilidades como por ejemplo la tormenta de ideas, la solución creativa de problemas, guiones gráficos, mapas conceptuales, representación de papeles, visualización, narración de historias, dibujo cooperativo, composición e improvisación, musicales, audiovisuales y sobre todo el juego.
Las posibilidades son ilimitadas y como docentes tenemos cada vez más acceso a la información, lo que nos permite planificar clases más variadas y estimulantes para nuestros educandos.
La didáctica es en esencia creativa y al mismo tiempo puede estimular el aprendizaje creativo. Llevar a cabo un aprendizaje creativo implica necesariamente contar con docentes creativos.
Enseñar para la creatividad significa integrar los conocimientos en diferentes niveles y áreas del currículo, a través de un proceso de construcción que va más allá de una mera reproducción mecánica de información.
Una enseñanza creativa fomenta el diálogo y trata de enriquecerse con los aportes provenientes de diversos puntos de vista y áreas de conocimiento. El aprendizaje creativo invita a la interdisciplinariedad.
Como dijo Paulo Freire: “Enseñar no es transferir conocimiento, es crear la posibilidad de producirlo”. La educación más tradicional ha estado orientada a la mera acumulación y transmisión de conocimientos, pero en la actualidad existe un cambio de paradigma, y cada vez más se apuesta más a un modelo de enseñanza y aprendizaje constructivista que promueve la creatividad.
Bibliografía:
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- Díaz Barriga F. (2006) Enseñanza situada: Vínculo entre la escuela y la vida. México.
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